desierto midi blog

Mostrando las entradas con la etiqueta Fábulas del Sinsentido. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Fábulas del Sinsentido. Mostrar todas las entradas

2/18/2010

Fábulas del Sinsentido

Stand by

El tiempo era un prostituta buscando momentos ajenos, instantes perdidos en el eterno devenir del saber vivir. Daniela esperaba el autobús extraviada en el color de sus manos y en olor de sus labios. No dejaba que el cigarrillo se le cayera de sus dedos, aunque ya no quedase más que cenizas. Cerca de si la gente se agolpaba, esperando un espacio, un instante sobre el aquel vehiculo popular. Por un momento sintió la necesidad de apagar su reproductor portátil, y dejar que el ruido incidental la invadiese, una descición que la acercaría a ser un poco más normal de lo habitual. Con sus cabellos rojizo y sus formas frágiles, Daniela jugaba a la decadencia, tal como si de cuchillos se tratara.

La avenida, húmeda, se iluminaba a pedazos, como microclimas ajenos el uno del otro, dejando lugares oscuros, lúgubres, por donde imágenes se proyectaban incompletas. Las cenizas caían de se mano izquierda, haciendo una danza que divertía a las moscas que flotaban por el lugar. De pronto el sensor le aviso de una llamada entrante, pero no quiso contestar- Ya es hora de seguir distintos caminos- se dijo en voz baja.

Siempre le habían parecido entretenidas las canciones Francoise Hardy. No sabia si era por la tristeza de sus letras, lo encantador que se escuchaba el francés, o saber que cuando Francoise las cantaba era tan bella como su voz. Lo cierto era que cargaba con miles de discos de la Hardy en su portátil, y no dejaba de maravillarse por aquellas melodías lánguidas y eternas.

Quiso encender otro cigarrillo, y comenzar a caminar con rumbo perdido, como en aquel pasado en que el tiempo más que un bien era una actitud. Se lamento con la cajetilla vacía y los bolsillos llenos de preguntas. El autobús, descendió y se poso enfrente de su quebrantable humanidad. Los pasajeros comenzaron a subir raudos, automatizados, grises. Daniela, miro los peldaños, y sintió como todos los cuerpos la rozaban y empujaban. Francoise comenzó con “Le premier bonheur du tour” y Dani ( como le decían sus amigos) dio dos pasos hacia atrás, giro a su izquierda y comenzó a caminar sin destino.