Eterna
Hoy desperté con la cara doblada en dos, queriendo saber cual era la razón de lo días cuadrados. La alfombra estaba rayada por miles de rombos, por donde las hormigas tejían una caravana para cruzar el cuerpo de una mujer que yacía sin vida en medio de la sala de estar. Su nombre no lo recordaba, sólo sabia que su olor era dulce y su risa eterna.
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